la tibieza de la tarde

A mi pieza llega un cachito de luz y de calor. En esa tibieza me recuesto y me pongo a leer. Pero en realidad tengo ganas de soñar, después de leer las palabras de JaviPablo en México, de pensar en mis propias ganas de materializar este sueño de MeliRober en dondesea. Los sabores de la comida mexicana (que de tanto chile que tiene, podría llamarse chile-na) me abren las ganas de irme, de caminar, de viajar, de trasladarme, de llenar mi mochila y no volver en un buen tiempo. No sé si sólo quiero experimentar un viaje o si es otra forma disfrazada de mi permanente anhelo de emigración, que unas veces arde más que otras. Y hoy arde como ayer, como paseando por una pequeña brisa cotidiana de sopas y galletas antes/después de dormir. No sé bien qué es, pero es una sensación dulce. Un sueño que tiene unas puertas entreabiertas, que es posible de alcanzas, de tomar, moldear, abrazar... y que de cuando en cuando lo vivimos por un par de horas.

Los poemas de amor son analgésicos.