El vacío, los silencios, los errores, los dolores
Hay cosas que molestan, duelen un poquito y más bien a veces, pero puedo vivir con ellas, en ellas. Así estoy ahora, en lo que siento como un pequeño vacío dentro de una plenitud avasalladora. En una etapa estancada, donde pienso mucho más de lo que hago, creo, fabrico, produzco... con la eterna sensación de que en realidad no hago nada, de vegeto, parasito. Cuestiono la realidad presente y las posibilidades, los recuerdos y lo aprendido. Y sobre todo, cuestionando el tiempo mismo, el para qué del tiempo, de mi tiempo, de este tiempo. Me levanto al medio día, luego de varias horas dedicadas al sueño (¿a nada?) y con un buen sol en la ventana, pero con un peso dentro, un poco de culpa, un poco de desesperación. Hay días en que esas rugosas sensaciones se pasan después de la ducha, mientras me encuentro en movimiento. Pero hay otros en que estas cosas como pelusas quedan acá, vienen a cada momento, y sobre todo de noche, se meten en el organismo (o despiertan en él, no las vi entrar) y molestan. A veces molestan demasiado, apenan, deprimen, desesperan. Como cuando se tienen los labios partidos, y se puede estar, caminar, respirar, pero duele sonreir. Sobre todo cuando la alegría es mucha y la sonrisa es amplia.
Es un limbo, el famoso limbo de la tesis. Es vivir en un permanente fin de semana largo, con un asomo de disciplina que rara vez funciona, con una cantidad de caminos tan grandes, tan disfrazados el uno al lado del otro, encima, hacia allá o hacia acá, que es imposible saber hacia dónde se está caminando. Tratar de recorrer uno, de probar, es derivar en una nueva pequeña gran maraña de opciones e incertidumbres. Y lo único que quiero, dentro de mis ideas, mis gustos, de la fortuna invaluable de poder elegir lo que quiero hacer, es una luz que te dé una pista, poder agarrar uno o dos de los caminos y lanzarse a ellos sin miedo de tener que devolverte, de tener que dar explicaciones, de soñar huevadas, de llorar casi sin motivo, cual colegiala solitaria. Una necesidad de definiciones tan grande que me tiene loca, que duele, que estorba, que ensucia.
Una necesidad de dedicación, un hambre de la mente de sentir que sí se está haciendo algo, de sentir que estoy sentadita en un banco de descanso en el camino y no alojando en él.
Es triste porque es como si no tuvieras nada de qué hablar, porque sientes que hay un mundo que se mueve a pesar tuyo, con y sin ti, que da lo mismo si estás o no en él. Si imaginas una mujer semi acabada, sentada todas las tardes en la barra de un bar, fumando, por supuesto, chascona y sola, es como eso. Y es tremendamente ingrato de mi parte, sentirme tan botada estando tan rodeada de amor, pero es que la cabeza exige algo en que cranear, y uno necsita seguir, moverse, avanzar. No va sólo en hacer algo, va en sentir que ese algo hace que otras cosas en mí crecen, evolucionan, se colorean. Pero a veces el amor, la comprensión, el no tener que preocuparse de la sobrevivencia, juegan en contra y te hacen caer en este estado que no es depresivo (porque desde que lo tengo a él que esas cosas no existen, que mis burbujeantes ilusiones se solidificaron creando el cimiento del Planete Melicidade) pero es penca, es denso como Taxi Driver, es difícil de manejar y atacar, porque es nuevo.
Tú eres una luz. No es el sol que sale en estos días, sino tu rostro, como diría Silvio en esa preciosa melodía. La única luz del único camino en el que transito feliz, a mis anchas, el único camino en el que quiero correr. Y tratar de no ensuciar como buen ser humano que soy, tratar de no rayar sus muros de sombras y acuarelas, de no quebrar una esquinita del pavimento, de no sacar -nunca más!- ni el recuerdo de una lágrima. Y limpiarme un poco yo también, con el cuidado mutuo, del camino, de los sueños, de los ires y venires del tiempo, que con nosotros tiene otra forma y otro conteo de los segundos. Agh, tanto que tengo que arreglar.
Fix me
Es un limbo, el famoso limbo de la tesis. Es vivir en un permanente fin de semana largo, con un asomo de disciplina que rara vez funciona, con una cantidad de caminos tan grandes, tan disfrazados el uno al lado del otro, encima, hacia allá o hacia acá, que es imposible saber hacia dónde se está caminando. Tratar de recorrer uno, de probar, es derivar en una nueva pequeña gran maraña de opciones e incertidumbres. Y lo único que quiero, dentro de mis ideas, mis gustos, de la fortuna invaluable de poder elegir lo que quiero hacer, es una luz que te dé una pista, poder agarrar uno o dos de los caminos y lanzarse a ellos sin miedo de tener que devolverte, de tener que dar explicaciones, de soñar huevadas, de llorar casi sin motivo, cual colegiala solitaria. Una necesidad de definiciones tan grande que me tiene loca, que duele, que estorba, que ensucia.
Una necesidad de dedicación, un hambre de la mente de sentir que sí se está haciendo algo, de sentir que estoy sentadita en un banco de descanso en el camino y no alojando en él.
Es triste porque es como si no tuvieras nada de qué hablar, porque sientes que hay un mundo que se mueve a pesar tuyo, con y sin ti, que da lo mismo si estás o no en él. Si imaginas una mujer semi acabada, sentada todas las tardes en la barra de un bar, fumando, por supuesto, chascona y sola, es como eso. Y es tremendamente ingrato de mi parte, sentirme tan botada estando tan rodeada de amor, pero es que la cabeza exige algo en que cranear, y uno necsita seguir, moverse, avanzar. No va sólo en hacer algo, va en sentir que ese algo hace que otras cosas en mí crecen, evolucionan, se colorean. Pero a veces el amor, la comprensión, el no tener que preocuparse de la sobrevivencia, juegan en contra y te hacen caer en este estado que no es depresivo (porque desde que lo tengo a él que esas cosas no existen, que mis burbujeantes ilusiones se solidificaron creando el cimiento del Planete Melicidade) pero es penca, es denso como Taxi Driver, es difícil de manejar y atacar, porque es nuevo.
Tú eres una luz. No es el sol que sale en estos días, sino tu rostro, como diría Silvio en esa preciosa melodía. La única luz del único camino en el que transito feliz, a mis anchas, el único camino en el que quiero correr. Y tratar de no ensuciar como buen ser humano que soy, tratar de no rayar sus muros de sombras y acuarelas, de no quebrar una esquinita del pavimento, de no sacar -nunca más!- ni el recuerdo de una lágrima. Y limpiarme un poco yo también, con el cuidado mutuo, del camino, de los sueños, de los ires y venires del tiempo, que con nosotros tiene otra forma y otro conteo de los segundos. Agh, tanto que tengo que arreglar.
Fix me
3 Comments:
Aaay Meli! No...sabes...cómo...te entiendo.
Claro, yo también decidí que todo era culpa del odioso proceso de la tesis, que por cierto ya me tiene agotada, más emocional que intelectualmente.
Supongo...o espero...que después de estos días densos y confusos, llegará esa claridad que hoy hace falta.
Suerte, abrazos, cariños y mucho éxito! ;)
By Ale Morena, at 27 junio, 2006 10:39
Desde lejos como me siento, pero andando contra los mismos ventarrones del vacío, del frío. Un abrazo para ti ahora, y miles , después y antes. Te Amo, ya pasará, te lo juro...
d- -b...magallánico/arrímese no más!!!
By Roberto Gangas Muñoz, at 27 junio, 2006 13:07
Amiga...
No puedo comprender por completo por lo que estás pasando, pero sí sé que me aterra llegar a ese minuto, no quiero andar perdida en ese limbo...
Pero te conozco y sé que logras salir adelante cuando te lo propones, creo que tienes todas las capacidades necesarias... Tranquila, que todo pasa por algo, y si tu memoria no ha funcado como esperabas sus razones tendrá el destino para que sea así...
te quiero mucho y sabes que puedes contar conmigo para todo lo que necesites!!
By Anónimo, at 30 junio, 2006 23:24
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