melicidade

7.5.06

Días nublados

Un escrito desde hace un tiempo, de un día lindo en que me sentí conectada/amiga con la ciudad, y con varios edificios/símbolos que me transformaron, que creo que lo seguirán haciendo, porque ya están en mí. De paso, juro solemnemente NUNCA vivir en un edificio hecho por Paz Froimovich. Ojalá lleguen luego más días nublados...

12 de abril de 2006

Yo podría vivir en una ciudad nublada, todos mis días. Camino por Diagonal Paraguay como si fuera una ironía, como hace dieciocho años, sintiendo que casi no ha pasado el tiempo. Me asomo a la tienda de peces, mirando desde la calle porque no me atrevo a entrar. Me doy cuenta de su pequeñez, de su humildad, de los afiches vulgares de tiburones y colores exagerados, de las baldosas manchadas del piso, y de que hay muchos menos acuarios. Cuando uno es niña, todo se ve más alto (y hubiera jurado que, adentro, las paredes eran azules). La memoria distorsiona tantas cosas, y es tan lógico que el lugar no siga igual, si han pasado casi dos décadas.

Chaleco y bufanda, feliz de sentir el viento que se levanta, y crece por las micros que pasan al lado mío. Pasa cerca un niño con pura polera, y un sentimiento de oveja chilota me envuelve. “Cada uno en su temperatura” pienso; lo cierto es que me gusta vivir abrigada, tener el cuello envuelto en lana, y caminar tranquila y sola. Paso por Economía y “qué horrendo lugar, economía” pienso cuando me acerco a la entrada de esa facultad. Ya estoy en mi sitio y sé que me voy a sentir tentada a caminar hasta el parque forestal, a recoger castañas, a pensar. Es lo más cerca que me siento de mi infancia, haciendo casualmente un trámite de adulto.

Los números avanzan.

Podría vivir para siempre un día nublado, y caminar mirando el piso, sintiendo amor por la ciudad, ahora que el verano por fin la deja descansar. Se vuelve más amable, aunque no mía, me acepta en ella, me gusta su pavimento.

No aceptan tarjeta, sólo efectivo. Tengo que salir a economía a buscar un cajero redbanc (que mejor lugar para ello). Hago el giro, vuelvo, pago. Mi vuelto son dos monedas de cien pesos. Me siento desamparada por un momento, pero con la sensación de asegurar un año más de mi vida. Al menos el día sigue nublado, y caminar a esperar la micro de vuelta será igual de mágico, más aún sabiendo que sin dinero debe caminarse más. Tranquila, a pesar de todo, pienso “a ponerle ganas” cuando están ellos acá y todo se interrumpe. Abro mi boca para saludar, conversar, comentar y siento que pierdo cosas que tenía adentro. Caminar a comprar un helado (he retrocedido a los doce años), luego a Alameda, al metro, uno menos, y a San Antonio, sola de nuevo.

Sigo hasta el paradero que me corresponde, a esperar la magia de vuelta. Paso por mi librería favorita, pero no entro, mejor no entusiasmarse sin dinero. Me gusta ser una persona más en la Alameda, mirar-esperar mi micro sin apuros, la bufanda más suelta, y la Universidad cuidándome la espalda. Adoro subir a la micro y volver a mirar la casona amarilla, se ve más hermosa desde arriba, cuando me alejo, mas me alejo sólo en territorio. Nublado, qué hermoso.

2 Comments:

  • Recordé los días nublados cuando estoy en casa de mi abuela.

    Una vez me pilló mirando como boba por la ventana...¡Me encantan estos días! le dije, "Encuentro hermoso los días nublados, dan ganas de caminar...y caminar". ¿Sabes que me respondió?..."Pero niñita, cómo le van a gustar estos días tan oscuros, tan tristes, a mí me deprimen...con razón todavía no ha se casado"....¡Plop! Como si una cosa tuviese que ver con la otra :S

    By Blogger Ale Morena, at 08 mayo, 2006 11:29  

  • Eres como un sueño que no recordamos, pero que nos hace despertar alegres".
    Messenger: jfrancisco70@hotmail.com
    francisco

    By Anonymous Anónimo, at 20 mayo, 2006 21:20  

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