melicidade

2.6.06

Valparadise Planete

El planeta Valparaíso aparece en mi ventana de la nada, abro mis ojos que vienen pintados con Los Búnkers, y brotan las casas en las laderas, a un tris de rodar por ellas. Un par de curvas después ya se ve la gran cuidad, su poético y particular desorden, y sus colores, ninguno igual al otro, ni siquiera en el pavimento. Lleno de magia en cada momento, magia que no buscas, que aparece frente a ti. Ninguna calle es la misma, aunque pases dos, tres, mil veces por ellas, siempre son diferentes, creo que sus formas aparecen y se esconden al azar, ninguna mirada es la misma, ninguna luz es la misma. Es una tierra completa por descubrir.


Yo no conozco nada, voy ciega de asombro de la mano de mi guía, Rober, quien se mueve en las calles telarañas con total conocimiento de causa, o al menos con más confianza en la dirección de nuestros pasos. La luz nos acompaña hoy, un soleado día, sin frío y sin viento. Plazas y locales del plan dejamos abajo para internarnos por una calle ascendente en dirección a quizás qué sorpresa y con mucho esfuerzo logro seguirle el paso y llegar a la entrada del Cementerio N° 2 al que no pudimos entrar. En el camino callejones, letras, fachadas, escaleras, gatos y perros. Y una plaza bien llamada Descanso. Al borde de la ex cárcel nos acomodamos a revisar los mapitas e iniciamos el descenso para tomar el ascensor Reina Victoria, cuyo derecho al uso cuesta sólo cien pesos, yo pensé que con toda su fama iban a costar mucho más, pero claro, por muy Patrimonio que sean, siguen siendo un medio de transporte habitual para la gente y no pueden irse al chancho. En fin, son cien pesos que incluyen la sensación de terremoto al subir por él, un crujir de materiales y un temblequeo del piso, que por un segundo me asustan, pero disimulo muy bien, un poco porque estoy viejita pa estas cosas, y otro poco porque tampoco es pa tanto. Y porque no voy sola, no me siento sola.

La llegada arriba a un paseo famoso en el Cerro Alegre (no recuerdo el nombre, Atkinson?) donde mi novio saca montones de fotos preciosas, a las callecitas, las casas, la gente, los cables, los gatos, las mariposas, y a mí también, aprovechándose de mi momentánea distracción. Las imágenes me recuerdan más sensaciones que palabras. Una cuidad que llena el corazón de sueños, donde no sólo puedo trabajar (ejem, el paseo se fundamenta en mi necesidad de conocer mi sitio de estudio para la memoria de título y buscar información en instituciones varias), sino que podría vivir.

Quédate. Quédate conmigo ahora, y déjame cuando esté durmiento. Si no vuelves, voy a pensar que esto fue un sueño, y voy a poder seguir adelante

1 Comments:

  • Que lindo el nombre q le pusoooo, nuestra estadía en valpo está tan arrugadita como la ciudad misma, llena de pliegues, luces y sombras, mucho por descubrir y por desplegar a la vista de nuestros recuerdos....te amo mil mil, caleta (flaite igual, pero enamoradísimo, no puedo decir otra cosa).
    d- -b...echándote de menos a morir...

    By Blogger Roberto Gangas Muñoz, at 03 junio, 2006 20:45  

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