máquina de escribir
Yo quería retomar mi blog con esta historia, pero la lista de las 'siete cosas que...' me ganó por lo entretenido que se veía. Siempre me pasan esas cosas por ansiosa. Pero bueno, retomo lo que quería escribir:
Perdí mi pase escolar Bip! (dejo fuera la descripción de la rabia y frustración que este tipo de tragedias implica que este hecho implica; todo estudiante sabe que no hay posesión más preciada que el pase escolar), y tuve que ir a la Junaeb a solicitar su reposición. Recopilados todos los papeles pa'l trámite y con mis $3500 en mano partí a pagar el derecho a reposición (en la misma oficina de la Junaeb: se acabaron las colas en el banco!!) y resulta (esta es la médula de lo que quiero contar, quizás por haber dejado de lado el oficio escribano me esté yendo mucho por las ramas) que me atendió un caballero/señor/abuelito/tata que era el cajero. Amable como su edad lo indica, y porque debe haber estado feliz de trabajar a su edad en este país de mierda, tomó mis papeles y mis dineros y tecleó mis datos en el computador con una ineficiente ternura (la gente se acumulaba a mis espaldas esperando a pagar lo suyo) y una sonrisa que ya quisiéramos todos cuando acudimos a los servidores públicos.... De repente todo se volvió antiguo y color sepia. por la ventana vi pasar gente con sombrero y paletó, y no había computador, sólo máquina de escribir... algo así como un minuto después la fantasía se desvaneció, volvieron los colores y el señor me extendió un moderno papelito impreso con el que me despachaba, pues ya podía pasar a los módulos a solicitar la reposición de mi amado documento. Me despedí del amable señor con una pena intransigente... y ese es el fin de la historia. Podría contarles que me atendió un lolito tan amable como el otro caballero, pero da lo mismo, no había magia esta vez (a pesar de que el lolito aquel me dio un pase provisorio que fue la mejor noticia del día, o quizás de la semana)
Con este final abrupto me despido. Cuando vaya a retirar mi pase defiitivo voy a ir a ver al abuelito de nuevo, lo miraré por la ventana más que sea, como cuando voy a mis barrios de niña niña y me asomo al acuario al que mi mamá me llevaba a pasear. Nostalgia.
Perdí mi pase escolar Bip! (dejo fuera la descripción de la rabia y frustración que este tipo de tragedias implica que este hecho implica; todo estudiante sabe que no hay posesión más preciada que el pase escolar), y tuve que ir a la Junaeb a solicitar su reposición. Recopilados todos los papeles pa'l trámite y con mis $3500 en mano partí a pagar el derecho a reposición (en la misma oficina de la Junaeb: se acabaron las colas en el banco!!) y resulta (esta es la médula de lo que quiero contar, quizás por haber dejado de lado el oficio escribano me esté yendo mucho por las ramas) que me atendió un caballero/señor/abuelito/tata que era el cajero. Amable como su edad lo indica, y porque debe haber estado feliz de trabajar a su edad en este país de mierda, tomó mis papeles y mis dineros y tecleó mis datos en el computador con una ineficiente ternura (la gente se acumulaba a mis espaldas esperando a pagar lo suyo) y una sonrisa que ya quisiéramos todos cuando acudimos a los servidores públicos.... De repente todo se volvió antiguo y color sepia. por la ventana vi pasar gente con sombrero y paletó, y no había computador, sólo máquina de escribir... algo así como un minuto después la fantasía se desvaneció, volvieron los colores y el señor me extendió un moderno papelito impreso con el que me despachaba, pues ya podía pasar a los módulos a solicitar la reposición de mi amado documento. Me despedí del amable señor con una pena intransigente... y ese es el fin de la historia. Podría contarles que me atendió un lolito tan amable como el otro caballero, pero da lo mismo, no había magia esta vez (a pesar de que el lolito aquel me dio un pase provisorio que fue la mejor noticia del día, o quizás de la semana)
Con este final abrupto me despido. Cuando vaya a retirar mi pase defiitivo voy a ir a ver al abuelito de nuevo, lo miraré por la ventana más que sea, como cuando voy a mis barrios de niña niña y me asomo al acuario al que mi mamá me llevaba a pasear. Nostalgia.