melicidade

20.9.09

La vieja de los gatos

Y ya está con nosotros, un deseo hecho realidad. Es mi gatita en flor, una cosa preciosa peluda y blanca de aproximadamente cuatro semanas de edad. La alegría del hogar, y la alegría de mi corazón.
¿Cómo es que llegó Clarita?

Sucede que todos mis gatos se han ido. Primero Alquinta, precioso ejemplar que desapareció un día de diciembre sin darnos ninguna explicación. Luego tuvimos a Marzo, que falleció producto de un golpe que le destrozó el diafragma. Este tipo de cosas suceden sólo porque hay personas hechas de mierda que maltratan así a los animales.
Después de Marzo, llegó Bigotes, cuya personalidad fue muy parecida a la de Alquinta: venían de la misma madre. Este precioso gato sobrevivió a un atropello que lo dejó medio cojo, fue un ser elegante y hermoso que anduvo medio enamorado y que también desapareció, esta vez a fines de septiembre del año pasado. Bigotes era especial, llegó a mi corazón al mismo tiempo que Roberto, éste último, sin embargo, se ha mantenido gracias a Dios.
Cuando Bigo cumplía un año, llegó Nano. Primero se llamó Enano porque era mucho más pequeño que el Bigo. Tenía hermosos ojos, uno azul y uno verde, era un gato muy cariñoso, versátil, ladrón de todo tipo de comida y que tenía dos grandes encantos, uno de ellos era dejarse tomar de espaldas, y estirarse en nuestros brazos con la cabeza colgando; el otro, era decir la verdad. Él era un gato de la verdad y su médium, Alvaro. A él le respondía todo tipo de preguntas y nos daba respuestas tan inquietantes como indiscutibles.

El Nano me acompañó todo el tiempo cuando terminaba mi memoria. Fue el apoyo más grande que tuve en los últimos días, y cuando decidía irse de mi pieza, significaba que era la hora de dejar de trabajar en la memoria y había que acostarse. Era un gato exigente, me tenía trabajando hasta las tres o cuatro de la mañana todos los días. Nanito se fue en abril. Un día como cualquiera, sin dejar rastro, sin avisarnos. Una amiga dice que le salió el subsidio habitacional y se fue a construir su nueva vida. Me gusta creer que es así y que está diciendo verdades en otra parte donde lo quieran tanto como nosotros.

A fines de diciembre llegó Moctezuma. No teníamos perro desde que se nos fue el Jondi, a la edad de 12 años todos los cuales nos llenó de amor. El Mocte era un cachorro con todas sus letras, muy regalón, muy activo, muy destructor de todo lo que tocaba. No tuve la precaución de vacunarlo, y se lo llevó el Parvovirus en un clínica veterinaria equis, sin que pudiéramos acompañarlo en el final. El Mocte nos dejó muy mal, nadie quería tener más gatos ni perros, se murió dos semanas después que el Nano se había ido y todos nuestros corazones estaban rotos. Siguen rotos.

El Mocte cambió algo en mí, me dio una lección enorme y dura que terminó con su muerte. No pasé la prueba, y aún la culpa sigue en mi lista de pendientes. No he sabido cómo lidiar con ello, por ahora he dejado de beber.

Y así es como pasó el tiempo, varios meses, hasta que Pollito y yo empezamos a echar de menos a los niños. Al final, todos en la familia queremos a las mascotas, y algunos más que quererlas, las necesitamos con nosotros. Para mi cumpleaños, mi hermana y mi prima se coludieron y me regalaron esta gatita (tenía que ser hembra para que no saliera a pelear como los machos, ni se fuera de la casa, como sus antecesores). Aunque lo sospechaba, no sé todavía cómo expresar la alegría que me dieron, esos maullidos agudos y esas uñitas invisibles que se atascan en todo lo que tocan. Venía con una cinta naranja que le duró muy poco, y con unos ojos entre azul y gris que todavía me hacen llorar.

Clarita preciosa, qué gran responsabilidad te he puesto encima. Te necesitaba tanto tanto! Me haces extremadamente feliz. No obstante, Mocte nos dejó lecciones y hoy te pusimos la primera vacuna triple felina. La veterinaria era medio pava, una chiquilla poco comunicativa pero bueno, es lo que hay como dicen por ahí. Sé que te dolió muchísimo, chillabas como demonio, pero es una vez al mes nada más Clarita Flor. Perdóname. Sólo quiero que seas muy feliz, que crezcas gorda y tranquila y que nada te afecte. Mañana te tocan las gotitas desparasitarias, y estaré acompañándote hasta el miércoles, cuando probablemente tenga que volver a la U a trabajar.

A usted que está leyendo por casualidad y que no se aburre todavía de estas historias de vieja de los gatos, gracias por la paciencia. Imagino que si llegó hasta acá, entiende que con los gatos las cosas no son simples, es parte de su encanto. Buenas noches, y buenas noches Clarita