al filo del 30 de abril
Con el pelo indomable, las hojas del otoño agrupadas en la puerta y bajo los árboles, una uña cortada. Acabo de descubrir que mis mejores zapatillas se están descosiendo, y estoy molesta contigo, porque todas las canciones tienen un poco de recuerdos, de ideas, y ya nada en mí queda sin tocar, nada a mi propio alcance, y esa idea es aterradora a veces, aunque siempre el matiz sea de felicidad, de mejor vida y de ser más completa, es difícil darse cuenta que there's no me without you, es muy fuerte, y no me gusta notarlo cuando estoy molesta.
Hay una gotera en la cocina, Stitch tiene pena y yo me siento en el borde de una línea en donde la leve mariposa que pase me va a echar por la borda, donde no sé cómo ni donde caer. Un par de ventanitas parpadean y en el diario digital no hay nada más con qué entretener la mente. Yo quiero mi cabello de vuelta, quiero dos calcetines, quiero un pañuelo, pero sólo tengo este espacio y las manos heladas. Una pila de discos de bossa que no puedo escuchar y una deuda enorme que me he echado encima. Una esperanza y una muy buena persona conmigo, apoyándome, un hermano mayor que muchas veces me hace falta, que siempre he buscado en los amigos.
Los amigos, que se ven tan de lejos, como en otra realidad, en otro piso del edificio. Tan descolocada que no quiero verlos, no quiero verlos, no quiero verlos. Tanto silencio en ellos que sólo queda beber y reír, quererlos.
Y me falta un saco que golpear, un grito que dar, una calle que correr o una canción por cantar, sacarme tanto de adentro y dejarlo lejos, devorado por un agujero negro en su infinita curvatura, olvidado, borrado, páginas quemadas. 'Cause everybody's gotta learn sometimes y me tiene que tocar a mí también, y a la mierda el feng shui lo único que me queda es prender la tele y dejar que la torpeza mental me agarre, me arrastre al sueño que ya no tengo por dormir en tu espalda toda la tarde, y haga su magia, dejar de pensar, dejar de analizar, y dejar con ello la tristeza.
Tan desalineada que sólo quiero ocultarme, esconder la cabeza y hacerme la tonta. Tan ridícula.
Hay una gotera en la cocina, Stitch tiene pena y yo me siento en el borde de una línea en donde la leve mariposa que pase me va a echar por la borda, donde no sé cómo ni donde caer. Un par de ventanitas parpadean y en el diario digital no hay nada más con qué entretener la mente. Yo quiero mi cabello de vuelta, quiero dos calcetines, quiero un pañuelo, pero sólo tengo este espacio y las manos heladas. Una pila de discos de bossa que no puedo escuchar y una deuda enorme que me he echado encima. Una esperanza y una muy buena persona conmigo, apoyándome, un hermano mayor que muchas veces me hace falta, que siempre he buscado en los amigos.
Los amigos, que se ven tan de lejos, como en otra realidad, en otro piso del edificio. Tan descolocada que no quiero verlos, no quiero verlos, no quiero verlos. Tanto silencio en ellos que sólo queda beber y reír, quererlos.
Y me falta un saco que golpear, un grito que dar, una calle que correr o una canción por cantar, sacarme tanto de adentro y dejarlo lejos, devorado por un agujero negro en su infinita curvatura, olvidado, borrado, páginas quemadas. 'Cause everybody's gotta learn sometimes y me tiene que tocar a mí también, y a la mierda el feng shui lo único que me queda es prender la tele y dejar que la torpeza mental me agarre, me arrastre al sueño que ya no tengo por dormir en tu espalda toda la tarde, y haga su magia, dejar de pensar, dejar de analizar, y dejar con ello la tristeza.
Tan desalineada que sólo quiero ocultarme, esconder la cabeza y hacerme la tonta. Tan ridícula.
desde el planete melicidade, a las
11:26 p. m.
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